¿Qué es una grúa para enfermos o grúa geriátrica?
Este tipo de grúas han sido ideadas para elevar, trasladar y transferir (por ejemplo, a una silla de ruedas) a pacientes que, ya sea de forma temporal o quizá definitiva, presentan importantes problemas de movilidad.
Son utilizadas tanto en complejos hospitalarios como en residencias de ancianos, centros de fisioterapia o domicilios particulares.
En muchos casos suponen un apoyo indispensable para enfermos y cuidadores en el día a día.
Grúas para levantar enfermos: haciendo la tarea mucho más fácil.
Por lo general, no es nada sencillo lidiar con el peso de una persona adulta. Y mucho menos si nos referimos a alguien vulnerable, a quien en ningún caso debemos exponer a movimientos bruscos o al peligro de una posible caída.
Sin embargo, la persona deberá ser desplazada habitualmente para recibir su aseo diario, acudir a terapias y citas o simplemente ir desde el dormitorio hasta el salón. ¿Cómo afrontarlo de manera adecuada?
Las grúas para mover enfermos preservan tanto la integridad y salud del paciente como también la del propio cuidador, que de lo contrario podría llegar a desarrollar lesiones de espalda.
Las grúas permiten que una sola persona pueda realizar los movimientos de traslado de forma sencilla, segura y controlada.
Conocer correctamente nuestras necesidades a la hora de escoger una grúa para mover enfermos.
A la hora de seleccionar el material que vamos a adquirir, resulta indispensable tener en cuenta los siguientes aspectos: el estado general del paciente, la necesidad que vamos a cubrir y el espacio en el cual deberemos desenvolvernos.
No es lo mismo tener que mover a un paciente de 70 kilos que a uno que 200. Y tampoco tener que movernos por estancias amplias con techos altos que hacerlo por un pasillo más bien estrecho. El material ha de ser escogido tras un estudio riguroso de las necesidades y el entorno.
Tipos de grúas para enfermos.
Estas constan de dos elementos principales a considerar, como son la maquinaria (su sistema motor puede ser eléctrico o bien hidráulico) y el arnés en el que irá suspendida la persona con movilidad reducida.
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Veamos en primer lugar los tipos de maquinaria:
- Grúas de techo. Estas se encontrarán adheridas al propio techo o bien suspendidas en altura, lo cual evitará que el mobiliario interfiera en su correcto uso. Constan de dos rangos de movimiento (horizontal y vertical) que permiten elevar al paciente, desplazarlo hasta la silla de ruedas o similar y luego acomodarlo con seguridad sobre la misma. Suelen utilizarse en el interior de estancias con espacio reducido. Evidentemente, su uso se encuentra limitado al lugar en el que han sido previamente instaladas (dormitorio, aseos, piscina, etc). Estas grúas pueden ser fijas (instalación de un sistema de raíles) cuando se augura que su uso se prolongará durante un largo periodo, o bien móviles cuando se estima que su uso será temporal o bien ha de ser desplazada con cierta asiduidad.
- Grúas móviles. El mecanismo principal se encuentra anclado a una base que consta de ruedas y permite su desplazamiento (las ruedas traseras cuentan con sistema de frenado). Su uso se extiende allí donde se pueda maniobrar con ella. Suelen constar de un mecanismo que permite modificar el ancho inferior de la estructura, facilitando las maniobras.
- Grúas cambiapañales o bipedestadoras. Es habitual que estas grúas sean utilizadas con personas que aún conservan cierto grado de movilidad, la cual debe ser preservada. Y especialmente durante las terapias de rehabilitación. El traslado podrá ser efectuado desde una cama o una silla. Pueden contar con zonas acolchadas para las rodillas y agarraderas que permitan que el paciente permanezca en pie mientras es trasladado. Su tamaño suele ser bastante reducido y es sencillo maniobrar con ellas.
- Grúas mixtas. Existen grúas que permiten tanto la función de traslado como la de bipedestación, pudiendo intercambiar el usuario de forma rápida algunos de sus elementos principales para operar el cambio.
- Sillas de transferencia. Realmente no se trata de una grúa, pero permite el traslado de enfermos desde una posición de sentado. El asiento, hasta ese entonces abierto, se desliza con facilidad bajo el paciente, se fija y posteriormente se acomoda mediante un sistema de regulación de altura. Cuando no se está utilizando, la silla de transferencia se puede plegar con facilidad y ocupa muy poco espacio.
Veamos ahora los tipos de arnés:
- Sentado o de apoyo dorsolumbar. Para aquellos que conservan cierta estabilidad en la parte superior del cuerpo. Según las necesidades, el respaldo podrá llegar o no hasta los hombros.
- Acostado o tipo hamaca. Para aquellos que no poseen un adecuado control de la parte superior de su cuerpo. El paciente irá más o menos envuelto en el arnés según se antoje necesario.
- Para necesidades especiales. Para pacientes con obesidad mórbida, amputaciones o deformidades que puedan comprometer su estabilidad durante el traslado. En este caso, el arnés habrá de ser hecho totalmente a medida de las necesidades del paciente.
Dicho esto, en primer lugar hemos de seleccionar correctamente tanto la talla del arnés como el material que lo compone (por ejemplo, existen algunos impermeables para su uso en entornos de piscina) y el peso que este es capaz de soportar.
En hospitales y residencias de ancianos se suele recurrir a los arneses desechables. De no ser así, estos deberán ser lavados con regularidad.
En algunos casos, los arneses vienen con aperturas para permitir realizar las funciones corporales básicas.
El traslado de las personas mayores: dispensando el mejor trato posible.
Las operaciones de traslado han de ser realizadas siempre con unas escrupulosas medidas de seguridad. No obstante, como sucede siempre que se está a cargo de personas vulnerables, durante el proceso el trato debe ser afectuoso y cercano.
El paciente debe sentir los traslados como una parte más de su rutina, no especialmente negativa. El cuidador aparecerá relajado y acometerá el proceso con tanta naturalidad y buen ánimo como le sea posible.