Resulta usual desarrollar ciertos problemas de circulación conforme llegamos a edades avanzadas. Problema que afecta especialmente a las extremidades (se materializa en piernas, pies, tobillos y manos) pero que, si permitimos que se descontrole, puede llegar a interferir con el correcto funcionamiento de algunas funciones básicas.
Una mala circulación puede degenerar en enfermedades crónicas, el deterioro del sistema renal, accidentes cardiovasculares… Y el mal funcionamiento y la debilidad de las extremidades nos hace mucho más propensos a caídas y por tanto a fracturas de huesos (mucho más peligrosas y difíciles de recuperar a esas edades).
A continuación profundizaremos en la materia, analizando las causas de esa mala circulación, enumerando los síntomas más comunes y ofreciendo claves para prevenir y mejorar.
¿Es posible prevenir la mala circulación sanguínea?
Por supuesto que es posible prevenir y evitar una mala circulación en las manos o los temidos tobillos morados.
El establecimiento de ciertos hábitos físicos y nutricionales repercutirán directamente sobre nuestra salud y el estado de nuestro aparato circulatorio. La buena salud de las arterias, venas y capilares de nuestro cuerpo es en gran medida resultado de nuestro estilo de vida.
Veamos algunas claves.
Cómo mejorar la circulación sanguínea: la importancia capital de una dieta adecuada a la hora de mejorar nuestra circulación y los alimentos que nos reportan mayores beneficios.
¿Padeces de piernas hinchadas, tobillos morados o mala circulación en los brazos? ¿Quieres activar la circulación de tus piernas?
Presta atención a los alimentos que consumes:
-Proteínas.
Las proteínas realizan multitud de funciones vitales en nuestro cuerpo, resultando su ingesta totalmente fundamental. Sin entrar a analizar de forma exhaustiva la gran cantidad de funciones que las proteínas realizan en nuestro cuerpo, baste decir que son la materia prima utilizada para fortalecer y reparar tejidos musculares.
Una insuficiente ingesta de proteínas, así como un escaso o incluso nulo ejercicio físico, provocarán el debilitamiento muscular de nuestras extremidades, dificultando de manera significativa el ascenso de la sangre hacia el corazón. No hay que olvidar que son los músculos de nuestras piernas los que comprimen los vasos sanguíneos que han de propiciar el retorno de la sangre hacia ese centro de bombeo que es el corazón.
Los huevos, el pescado y la carne son las principales fuentes de proteínas para el ser humano. Y también las de mejor calidad.
-Moléculas antioxidantes.
Los antioxidantes no solo previenen contra el temido estrés oxidativo (producido por un exceso de radicales libres), el envejecimiento celular y la inflamación, sino que además favorecen la síntesis de colágeno.
Por tanto, contribuyen de manera notoria a los procesos de regeneración de los tejidos vasculares.
Las verduras y las frutas son las principales fuentes de antioxidantes.
Veamos cuáles son y dónde se encuentran.
• Flavonoides: se encuentran el cacao, los arándanos, las moras, el té verde, las manzanas, el vino tinto, las uvas rojas o los puerros.
Los flavonoides influyen en la coloración de los alimentos. Previenen contra el cáncer, las enfermedades cardiovasculares y son antimicrobianos.
• Vitamina C: se encuentra en frutas tales como las guayabas, las naranjas, los limones, las mandarinas, las fresas, los kiwis, los pomelos, las papayas, los mangos o las piñas. Es interesante consumir estas frutas crudas y que sean frescas. También podemos encontrar vitamina c en el chile, el perejil, los pimientos, el brócoli, las coles de bruselas o los berros.
La vitamina c es necesaria para el crecimiento y la reparación de tejidos (por ejemplo, de los vasos sanguíneos).
• Vitamina E: se encuentra en varios aceites (de avellana, de colza, de semilla de uva, de hígado de bacalao, de maíz, de soja…), en los huevos, en frutos secos como pistachos, almendras y avellanas, en el aguacate, en el pescado o en los espárragos.
La vitamina e ensancha los vasos sanguíneos de nuestro cuerpo, evita la coagulación en el interior de los mismos y favorece el sistema inmunitario.
Quizás sea el antioxidante más importante.
• Selenio: oligoelemento esencial que podemos obtener de múltiples alimentos (pipas de girasol, cebollas, marisco, carne, cereales integrales…) pero sobre todo presente en las nueces de brasil y las ostras.
El selenio previene el cáncer y ayuda a combatir la toxicidad de los metales pesados.
• Betacaroteno: lo podemos encontrar en la calabaza, las espinacas, las zanahorias, los albaricoques, los melocotones o la casquería del pollo.
Esta sustancia es un compuesto que pertenece a los carotenoides y tiene que ver con la pigmentación de ciertos alimentos. Además de ser un antioxidante, protege nuestra piel de la radiación solar y nuestros ojos de trastornos asociados a la edad.
• OPC: lo podemos encontrar en el extracto de semilla de uva y como suplemento nutricional de farmacia.
Además de ejercer las funciones propias de los antioxidantes, se utilizan para frenar la caída del cabello o para prevenir la disfunción eréctil.
-Omega 3.
Los ácidos grasos Omega 3 son grasas polisaturadas que protegen nuestro corazón ante posibles dolencias. Además, ayudan a mantener equilibrada la tensión arterial y mejoran nuestro flujo sanguíneo.
Son alimentos ricos en omega 3 el atún, la caballa, la sardina, el salmón, la trucha, la nuez, los aceites de soja y de linaza, la soya y la salvia.
-Infusiones.
Como las de té verde, de albahaca, de romero o de jengibre.
-Especias en las comidas.
Añadiendo a nuestras comidas el chile, la nuez moscada, el cilantro o la cúrcuma.
Qué hacer para mejorar la circulación: el ejercicio físico.
Es evidente que la mayor parte de los problemas circulatorios se dejan sentir especialmente en el tren inferior de nuestro cuerpo: tobillos morados, manchas en las piernas… Un trabajo que implique a esta parte de nuestro cuerpo es indispensable.
Montar en bici, pasear y nadar de una cierta manera hacen trabajar a nuestras piernas, fortalecen sus músculos y favorecen el retorno de la sangre al corazón merced a la constante e imprescindible contracción muscular que es necesaria para llevar dichas actividades a cabo.
La actividad física es indispensable para lograr una buena circulación. Resulta en extremo recomendable dar al menos un ligero paseo cada día.
Existen varias rutinas de ejercicio que pueden realizarse en casa y suelen resultar beneficiosas. Aunque quizá nuestro estado actual nos impida realizar algunas de ellas, conviene conocerlas.
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Por ejemplo:
-Elevaciones de piernas (recostados, llevando las piernas hacia el techo).
-Bicicleta estática (nos ofrece estabilidad, evita caídas y nos permite ejercitarnos cuando llueve o hace demasiado frío como para salir de casa).
-Elevación de talón (elevar los talones y situarnos de puntillas, provocando la congestión de los gemelos).
-Separación de piernas (desde el suelo o en la cama).
-Subir y bajar escaleras (podemos servirnos de plataformas portátiles).
-Caminar de puntillas (prestando atención a no forzar nuestro cuerpo en exceso).
-Mojar nuestras piernas con agua fría (aplicando desde los pies hacia las rodillas durante varios minutos).
Si los problemas circulatorios ya se encuentran ahí y vamos a pasar una considerable cantidad de tiempo sentados, debemos tener presente que mantener los pies en alto facilita mucho el transvase constante de sangre.
Consejos extra para mejorar nuestra circulación.
Hay otros aspectos que podemos integrar en nuestros hábitos y rutina diaria para mejorar nuestro riego sanguíneo. Y también algunas cosas que convendría eliminar o modificar.
-El sobrepeso es un evidente factor de riesgo. Una persona obesa es una persona que está forzando a su cuerpo a realizar sus funciones básicas bajo un gran estrés.
-Evitar el consumo del tabaco (que resta elasticidad a las venas de nuestro cuerpo) y un exceso de grasas (que pueden llegar a acumularse en el interior de nuestras arterias y dificultar el paso de la sangre) son aspectos fundamentales.
-Evitar la sedentarización. Renunciar al ejercicio físico y pasar prolongados periodos de tiempo en una misma posición dificulta la correcta circulación de la sangre a lo largo de nuestro cuerpo.
-Darnos duchas o lavarnos con agua excesivamente caliente es también algo que deberíamos evitar. Por el contrario, un agua moderadamente fría ayuda a reactivar la circulación, ya que el cuerpo tiende a llevar más sangre allí para elevar la temperatura.
La aplicación de frío en la recuperación es ya una realidad que los servicios médicos aplican sobre los deportistas de élite de todo el mundo.
-Llevar ropa o zapatos excesivamente ceñidos, que hagan presión sobre nuestro cuerpo. Todos hemos comprobado alguna vez las consecuencias de empeñarnos en encajar en una prenda que en realidad no nos sirve. Una talla adecuada (o ligeramente holgada) es siempre la mejor idea.
-Darnos o recibir masajes musculares. De nuevo, se recomienda empezar por la piernas e ir ascendiendo hasta los muslos. Así estimularemos adecuadamente los tejidos y favoreceremos el riego sanguíneo.
-Hidroterapia para la circulación. La hidroterapia es una fórmula terapéutica que ayuda en la recuperación y prevención de lesiones y enfermedades. De cara a la realización de estas terapias, es conveniente consultarlas antes con nuestro médico. Dependiendo del paciente, las duchas de contraste término podrán ser muy beneficiosas o algo que se debe evitar.
El cuidado de los mayores. Ancianos que luchan con una mala circulación sanguínea y cómo ayudarlos.
A la hora de realizar ciertas actividades, es necesario conocer el estado general del paciente. Una consulta con el médico o especialista resolverá nuestras dudas al respecto y evitará posibles problemas.
En ocasiones, la persona cuenta con otras patologías que pueden hacer poco recomendable ciertos tratamientos, o bien presenta cierta fragilidad ósea o problemas en los cartílagos que nos llevarán a adoptar soluciones algo distintas.
Un ejemplo claro y sencillo de comprender es el de la dieta, pues aquellos alimentos que pueden favorecer un aspecto pueden perjudicar algún otro. Si vamos a ayudar a alguien a lidiar con su problema, debemos mantener tanto con él como con su médico una comunicación fluida y atenta.